jueves, 31 de enero de 2013

Ojito, ojito.


Ojito, ojito., originalmente cargada por Jesús Figueroa Salán.

Estoy viendo, de nuevo, mis fotos de Estambul. Las estoy disfrutando. Aunque mucho tiene que ver en esto el té que me acabo de hacer. Té moruno. Té como me han enseñado a hacer gente magrebí. Qué cómo se hace. Apunta.

Hace falta una tetera moruna. Te verde venido de China para Marruecos. Hay que tener preparado un trozo grande de azúcar moruno. Y, como es invierno, no debe faltar la hierba Shiva. Se calienta agua. Hirviendo se echa a la tetera para limpiarla. Luego, yo echo dos cucharaditas de té y un buen chorrito de agua cociendo. Espero 4 minutos. Tengo dos vasos pequeños preparados. A los cuatro minutos lleno un vaso y lo guardo. Muevo la tetera y vierto el agua sobrante de la tetera en el otro vaso. Como sale sucio tiro el contenido de ese segundo vaso. Vuelvo a echar a la tetera el contenido del primero, el azúcar moruno, la hierba Shiva y completo toda la tetera con agua hirviendo. Después de 6 minutos lleno un vaso, lo vuelvo a echar a la tetera. Tres veces. Espero un poquito y lo sirvo en uno de los vasitos que me traje de Estambul. Escanciándolo para que salga espuma. Y... ayyyyyyyy. Qué rico.

Y te estarás preguntando qué tiene que ver esta foto con todo lo anterior. ¡¡Ja!!. Sé que la envidia te está corroyendo. Puedes echarme “mal de ojo”. Y me protejo.

miércoles, 30 de enero de 2013

Estambul - Mezquita de Suleiman


Europa. Estambul. Mezquita de Suleiman unos minutos antes de la oración de la tarde. Estamos pocos y todos tranquilos. Los guiris con las cámaras, los paisanos con su sonrisa de tarde. Huele a estar en paz. Puede llover. No hace frío. No hace calor. Paz. Intento recordar las sensaciones que tuve allí y todas fueron agradables. Ni siquiera necesité orinar.

Los que iban a orar casi todos eran hombres. También había mujeres tocadas con el pañuelo como solo las estambulies saben decorarse y les sienta muy bien. Ya los había visto en otras mezquitas. Soy cotillo, a otros les gustan las motos, qué le vamos a hacer. Tranquilos van a esos sitios que todas las mezquitas tienen: lugares para asearse. Y con la mayor tranquilidad se quitan los calcetines y se lavan los pies con agua fresquita. Despacio. Despacito. Luego, ya, entran en la sala grande alfombrada y se acercan a ese lugar que es sagrado y que se dirige a la Meca. Y van tranquilos y sonrientes.