jueves, 26 de abril de 2012

Al fín y al cabo son padres.


El señor Federico le está diciendo a la señora Margarita. Mira Marga no te amargues la existencia, si la chica no te ha llamado será porque no te puede llamar. Y la señora Margarita le contesta al señor Federico. Fede, no me digas que no tiene un minutito para llamar a sus padres. Hace tres meses que no viene a vernos. Y tú sabes muy bien que la razón por la que nos tiene tan olvidados es por el esmirriado de novio que se ha echado. Estefano. Con ese nombre y esa forma de vestir seguro que, para mear, se la coge con un pañuelo. Mujer, no seas así. Si es que no nos lo merecemos. Con lo que hemos hecho por ella. Todo sacrificios. Mírate tú, Fede. Tienes esos huesos como los tienes por estar tantas horas con la barca en la laguna. No hay derecho. Bueno, Marga, bueno.

Viaje a Guadalupe en Mayo de 2009


Como me gustan los Monasterios. Claro, serán reminiscencias de cuando yo fui Obispo de Segovia. ¡¡¿¿??!!. Eso os pasa por preguntar, ahora no tenéis más remedio que escuchar la historia completa, la habéis liado.

Un día se presenta en Madrid mi amigo Federico con su novia más reciente. Mi amigo Federico es lo más parecido a Casanova que yo he conocido y en ese aspecto es uno de mis héroes. La novia no era jovencita pero guapa, muy guapa, y tenía unos ojos y una mirada de las que quitan el sentido y el hipo al mismo tiempo. Les invitamos a casa a comer. Entonces vivíamos en Madrid, todavía no nos habíamos venido al pueblo.

Y la amiga de mi amigo me miraba. Y yo, por supuesto la miraba a ella. Y Merche a los dos. Y seguía mirándome. Comimos, nos reímos y todos seguimos mirándonos. Ella se dedicaba a sanar almas en el pasado. (¿Quéeeeeeee?). "Sanadora de almas en el pasado" (ahhhhhhh). Y me dice de pronto:

--- Te lo tengo que decir: te he estado mirando toda la comida (yo ya lo sabía) y te he visto y que sepas que en una de tus otras vidas has sido Obispo de Segovia (me vine abajo, yo creía...). Sí, "Obispo de Segovia".

Desde aquel momento solo buscamos en la provincia de Segovia el lugar donde irnos a vivir.

lunes, 16 de abril de 2012

Hay sitios que al cambio lo llaman Anicca


Erase un vez un hombre tan gordo, tan gordo, tan gordo, que aún siendo joven ya no necesitaba ingerir ningún alimento más para seguir viviendo durante, como mínimo, otros veinticinco años. Se llamaba Ramón y era pelirrojo.

Ramón se dio cuenta de que no debía comer más cuando una mañana se levantó de la cama como pudo, fue al baño, entró de lado como siempre y se miró al espejo. Casi todos los días miraba a la luna al afeitarse pero aquel día lo hizo viendo su roja barba intacta. Estoy tan gordo, pensó Ramón, que no debo comer más. Y así lo hizo.

Los primeros veinticuatro años los llevó bien pero en el mes de febrero de su vigesimoquinto año de ayuno, al mirarse al espejo antes de afeitarse, Ramón vio, con horror, que su roja barba había tornado en blanca. Y se dijo: No debe ser bueno dejar de comer, es verdad que me levanto de la cama de un salto, bajo las escaleras de cuatro en cuatro, corro, brinco, ahorro, pero nunca me han gustado los de blanca barba.

domingo, 15 de abril de 2012

Madrigal de las Altas Torres


Nace en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) en un abril parecido a éste de 1451 y es llamada Isabel porque su madre es portuguesa. Isabel primera de Castilla, la fuerte, la que monta y vale igual que el Fernando aragonés. La católica. La señora de la Indias occidentales. Isabel.

Hace pocos días me enteré que Madrigal de las Altas Torres, Arévalo, Moraleja de Matacabras y otros 52 pueblos más, pertenecen a la comarca de La Moraña. Y dicen que puede llamarse Moraña porque era tierra de moros. Aunque otros afirman que viene de “maraña” por la cantidad de pueblos que se agrupan en dichas tierras: tierras mesetarias con pocos habitantes, fuertes y duros.

Y yo os pregunto amigos: ¿de dónde es uno? ¿Somos del lugar donde nacimos, del que nos vio crecer, o de aquel que pisaron nuestros ancestros? ¿Qué?... No contestáis. Yo me mojo. Yo soy del Madrid “tiquismiquis” de la C/ O’Donell, del combativo y rojo Vallecas, y del fuerte, bravo y “enmarañado” rincón de Ávila donde mi padre no quiso llamar amo al dueño de las tierras.

sábado, 7 de abril de 2012

Abel


No se lo tienes que contar a nadie, Jesús, me dijo mi amiga Clavel. Yo le dije: “vale”, pero no me lo hizo prometer. Además, vosotros sois muy discretos, que yo lo sé, y tampoco vais a ir contándolo por ahí.
Aquella tarde nos acompañaba Cascabel. Paramos el paseo y nos sentamos. Clavel estaba guapísima; cuando echa para atrás el flequillo rubio gana muchísimo. Me miró con esa carita que me embelesa, y empezó a hablar despacito. Hoy ha nacido Abel, nos dijo. Hizo una pausa y nos miró a la cara a los dos: a Cascabel y a mí. Y como yo no hice ningún gesto, continuó. Abel es un Ángel. Entonces sí, ahora mi boca se empezó a abrir y algo de baba me cayó en mi camisa casi nueva. Esos ojitos preciosos y picarones de mi Clavel confirmaron que las cuatro últimas palabras pronunciadas habían causado el efecto buscado: “Abel es un Ángel”. Se rió y yo me enfurruñé con sus risitas. Claro, decidme cómo os vais a sentir si no. A tu lado un pedazo de Angelita, guapísima, oliendo a… a olor angelical, se te ríe en tus narices y tú te sientes como un imbécil, lo normal. Y me enfadé. Y se lo dije: Clavel, por favor, un poco menos de cachondeíto. Dejó de reírse pero seguía sonriendo. Qué guapa está cuando sonríe, por Dios. Si te vas a enfadar no te lo cuento. Y me miró la muy… Sí, por favor, Clavel, cuéntamelo. Por favor. Cascabel salió en mi defensa y dijo: Clavel, deja ya de bacilar al chico y cuéntaselo de una vez. Bien, vale.
Esta mañana venía de visitar a mi amigo Torel que estaba un poco resfriado. Y Torel, vive cerca de Albor. ¡¡Ah!!, perdona Jesús, tú no sabes qué es Albor. Albor es el lugar donde nacemos todos los Ángeles. Espontáneamente, cuando llega nuestra hora, nacemos allí. Es un lugar tranquilo, lleno de paz y alegría, un lugar de acogida. Vi entrar al Arcángel Gabriel y me dije: "Algo importante va a suceder". Paré de caminar, me recosté en el muro y me dispuse a escuchar.
--- Bienvenido, soy el Arcángel Gabriel. Este lugar se llama Albor. Aquí nacemos todos los Ángeles. Pero ya hace muchos años que no lo hacía ninguno y el trabajo se acumula y se necesitan Ángeles nuevos; es por eso que tu llegada es muy esperada. Tengo que contarte muchas cosas  y contestar a tus preguntas. Qué haces, no te pellizques: no estás durmiendo. Pregunta.
--- San Gabriel…
--- Aquí no me tienes que llamar San Gabriel. Solo Gabriel. Aunque tengo mayor rango que tú, somos iguales, somos Ángeles.
--- Gabriel, me acuerdo de mi vida como humano. Mi memoria me permite saber cuándo y cómo morí. Es más, ahora recuerdo otras vidas. He nacido muchas veces y otras tantas he muerto. Y siempre lo he hecho desde el útero de una madre. Aquí, en este lugar, quién es mi madre.
--- Los ángeles, Abel, para nacer no necesitamos madres. Nacemos espontáneamente cuando llega el momento. Nacemos porque sí. Y de igual manera cuando es el momento de morir, nos vamos. Sé que te estás preguntando el por qué has renacido como Ángel. Tu pasado, tus vidas como humano, tu bondad, generosidad, entrega, compasión, han sido los que te han hecho Ángel. Pero, atención, el que seas un Ángel no quiere decir que seas un Santo, que seas perfecto. No. Tienes que seguir sirviendo a los demás, tienes que seguir trabajando. ¿Estás dispuesto?.
--- Sí, estoy dispuesto. Lo que se me pida hacer, lo haré con el corazón y con mi mejor cariño.
--- Vale, Abel,  muy bien. Tendrás un monitor que te enseñará. Será duro pero te gustará, es un Ángel muy cariñoso. Se llama Cascabel.

Un momentito antes de que yo hiciera la pregunta que mis dos amigos esperaban Clavel paró de hablar. Sí, Jesús, nuestro Cascabel es el tutor de Abel. Es el primer trabajo importante que me han asignado, dijo Cascabel que hasta ese momento había estado en total silencio. A partir de ese momento, empecé a hacerle preguntas a Cascabel mientras Clavel no dejaba de sonreír. Y Cascabel nos contó.

No, Jesús, no: todavía no tiene alas. Los ángeles no nacemos con alas, nos van creciendo con la edad y con el trabajo bien hecho. Déjame continuar, por favor. Después de que Gabriel nos presentará nos quedamos solos Abel y yo. Le enseñé el sitio donde se alojaría, le presenté a sus compañeros de estudios. Le entregué sus uniformes. Le informé de los horarios, de sus responsabilidades, de sus derechos, de los nombres de sus superiores, etc. Y ya, le hice la pregunta que a todos los que nacemos Ángeles, el primer día, nos hacen.

--- Abel, qué es lo que más te ha gustado de tu última vida como humano.
--- Me da un poco de vergüenza confesarlo. Bueno, te lo diré. Verás, Cascabel, lo que más me gustaba y, por qué no decirlo, todavía me gusta es el fútbol. Soy, perdón, era hincha del mejor club de fútbol de la tierra, del más glorioso: del Atlético de Madrid.
--- Pues entonces, querido Abel, tú trabajo, teniendo en cuentas tus apetencias, será de portero.
--- ¿de portero, es qué acaso jugáis aquí también al fútbol?
--- No, Abel. Serás portero del Club Social de los Ángeles de San Rafael.

martes, 3 de abril de 2012

Respirando.




------------------------------------------- CAPÍTULO 1 -------------------------------------------------------



Sube los tres escalones que separan su jardín de su casa. Está contento. Apenas hace una semana tenía que pararse dos o tres veces para andar medio kilómetro, y hoy el paseo lo ha disfrutado sin dolores. Su mujer sale sonriente a su encuentro. Qué tal, le pregunta. Hoy vengo contento, no tengo molestias, he dado la vuelta al pueblo y no me ha dolido. El “que bien” de su mujer le alegra aún más. Se adentra hacia la cocina a beber agua y lo ve encima de la mesa. Se le acelera la respiración pero pasa de largo. Cambian rápidamente las sensaciones corporales. Solo son cuatro o cinco pasos pero en aquellos pocos segundos es consciente de que ya no hay forma de volver atrás: “ya soy viejo”. Abre la nevera y saca la botella verde con agua que todas las mañanas se encarga de rellenar. Siempre le ha gustado fresquita. Cuando nadie le ve bebe a morro pero hoy no, hoy utiliza un vaso del fregadero y con parsimonia lo llena del agua fresquita de la querida botella verde. Despacito. No tiene prisa. Solo tiene esa sensación desagradable en el estómago como aquel día cuando de pequeño le dieron el puñetazo a traición. Con el vaso en la mano, sin dar todavía un sorbo, vuelve sus pasos y se aproxima al sobre. La esperada carta, la temida carta. Despacito se sienta. Ahora sí bebe un poquito de agua mirando el sobre. Su mujer observa todo pero no dice nada. Espera. Respira hondo. Federico deja el vaso, coge la carta, la abre con cuidado. Tres hojas. Sí. Estaba esperándola. Y empieza a leer: "… y su pensión será de (pocos) € brutos al mes..."

Las preguntas se le han acumulado con pocas respuestas. Su cabeza le dice que todo está bien, que tiene que comparar en positivo: hacia abajo; pero su estómago y su respiración proclaman lo contrario. Sonríe a su mujer, quiere que le vuelvan esas sensaciones agradables que traía al finalizar la caminata de la mañana, pero antes, en el cuarto de baño, al mirarse al espejo, un lagrimón le ha bailado por la mejilla izquierda. --- Qué me ha pasado. Hace apenas nada yo estaba dirigiendo un grupo de personas, en un gran proyecto para aquel banco importante. Tenía la consideración de mis jefes. Mis chavales me querían, me respetaban y hasta en algunos momentos me temían. Nunca gané muchísimo pero siempre hemos vivido bien. Compramos un pisito, luego otro mayor, y más tarde esta casa. El que mejor vestía de todos los directores era yo, seguro. Podría haberme comprado un coche con más apariencia pero nos decidimos por aquel Volvo que nos daba seguridad. Qué me ha pasado.

A Federico le quedan escasamente cuatro meses para cumplir sesenta y un años. Ya se puede jubilar. Está parado desde hace más de dos años. Lleva cobrando unos cuatrocientos euros desde hace unos meses y no le gusta. No le gusta vivir de la caridad. Él ha sido un profesional de prestigio y ahora está cobrando una mierda y dentro de unos meses él dice que cobrará mierda y media. Está desanimado. Dolorido. Tiene ganas de llorar. Con esos pocos míseros euros de la pensión no van a poder llegar a fin de mes, qué comerán, cómo van a pagar el gasóleo cada vez más caro, y el seguro de la casa y el del coche, y la gasolina para acercarse a la ciudad, repite y repite, pero no se lo dice a su mujer y ésta no quiere que Federico hable en estos momentos. Ella, Manoli, que le conoce desde hace más de cuarenta años sabe que esa sonrisa de su marido es más dolorosa que si llorará. Él sonríe, ella también. Él está preocupado por el futuro, ella está preocupada por su compañero de siempre.


--- Fede, cariño, no te preocupes. No es mucho pero saldremos adelante. Siempre lo hemos hecho.

--- Cómo vamos a pagar el gasoil para el próximo invierno.

--- He hablado con Antonio, el marido de Juanita, y me ha dicho que siempre sobra leña. Podemos ir con el coche y recoger algunos sacos para quemarla y no gastar mucho combustible.

Manoli se levanta, se acerca a Fede, le abraza y le da un suave y tierno beso en la frente mientras rodea su cabeza con los brazos y la acerca a su pecho. Federico nota que el cariño de su mujer le templa. Respira hondo de nuevo.








-------------------------------------------   CAPÍTULO  2  -------------------------------------------------------



Manoli, la mujer de Federico, es guapa. Tiene pocos años menos que él. El pelo blanco, la cara tersa, los ojos grandes, negros, luminosos. Es guapa e inteligente. Un cerebrito. La nota media en su carrera de químicas fue de 9. Tuvo encima de la mesa durante una semana una propuesta para directora de uno de los laboratorios más prestigiosos de los E.U. No pudo ser, decidió por estar al lado de su marido. Y no le importa. Toda la vida la ha dedicado a su Fede, a su amor de siempre. Lo conoció con 15 años y hasta hoy. Fede, cuando la tiene abrazada por las noches, al oído le dice despacito: Loli, eres mi Angelita de la guarda ¿lo sabes? Y a Manoli que le derrite ese “angelita” pronunciado por su hombre se apreta más a él todavía.

Se descompone cuando ve a Fede preocupado por el futuro incierto con una pensión tan baja. Daría lo que fuese por verle sonreír, por verle andar y silbar, como en estos últimos meses. Entiende que su marido esté preocupado por la situación pero tiene miedo a que renazca en él ese olvidado sentimiento de culpa. Ya han pasado doce años del maldito accidente. Y los nubarrones negros regresan.

En verano hará hace doce años. Un día de sensación de triunfo y poderío, Federico, de vuelta a casa, conduciendo su Volvo y pensando en la presentación del proyecto que mañana tiene que hacer a su cliente, no atiende al poste verde de su derecha que parpadea en amarillo y se empotra en el camión que cruza aquella calle conocida. La cerveza de las botellas rotas del camión de reparto se mezcla con los líquidos de su coche. Federico queda aprisionado. Las heridas de la cara que son las más aparatosas dramatizan la escena. Tardan los bomberos dos horas en sacarle del coche arrugado. Sus piernas tienen múltiples fracturas. Nueve meses en el hospital. Rehabilitación lenta y dolorosa. Vuelta al trabajo. Ya no es director. Ya no tiene poder personal, tiene sentimiento de culpa. Manoli deja su trabajo y está con él. A los dos años le despiden. Venden todo lo que tienen en la ciudad y se van al campo. Manoli nunca deja de estar con él. Pasan años de tristeza, de depresión. Poco a poco se recupera. Trabajos esporádicos. La vida de Manoli está en las caras de su marido por las mañanas, en las cojeras, en los dolores de sus rodillas. Manoli es feliz cuando Fede comienza a ser feliz, de nuevo. Hasta la jodía mañana de la carta de la pensión.







-------------------------------------------   CAPÍTULO  3  -------------------------------------------------------



Manoli no ha dejado de animarle en todo el día. Después del descafeinado de la tarde han salido a pasear. Hablan de lo poco que ha llovido este año y de lo que les afecta el polen. Tratan de todos los temas que hablan cuando pasean, pero no de lo que abate a Fede. Dura poco el paseo pero les ha venido bien. Entran en casa. Él se sienta en su sillón, ella a su cocina. Fede toma en sus manos el libro que lleva a medias. Se pone las gafas de leer. Abre el libro por donde indica el trocito de papel que sobresale. Se intenta concentrar en la lectura. Vuelve a intentarlo al darse cuenta de que ha pasado por tres páginas sin saber qué le ha pasado al protagonista de la novela. Cierra el libro. Se quita las gafas de leer. Piensa que tiene que cambiar de gafas porque al poco tiempo de lectura le duelen los ojos. Se recuesta en el sofá y descansa. Respira hondo.

Llaman a la puerta. Fede, en voz alta, le dice a su mujer que abre él. Se dirige a la puerta. Corre un poquito los visillos y sonríe al ver a su amiga Clavel. Cada día está más guapa. La nota algo diferente. ¡¡Ya!! Son las alas que han crecido un poquito. El pelo quizás un poco más largo pero tan rubio y rizado como siempre. Qué guapa. Fede baja las escaleras y en el jardín, después de decirle: “hola”, le da dos besos y un abrazo muy fuerte. Clavel no deja de sonreír también. Qué bien huele. Cómo definir el olor de una Angelita de la guarda. Angelical, olor angelical. Fede cede el paso a su amiga y se meten en casa. Clavel ha tenido que hacer un gesto sinuoso y muy… ¿femenino?, no, Angelical, eso, angelical, para cerrar sus alitas y entrar por la puerta. Llegan a los sillones, se sientan y Clavel, le habla:

--- Fede, Rafael, el Sanador, el gran Arcángel, me ha pedido que le acompañe en un viaje que tiene que hacer a oriente. Allí se están necesitando muchos cuidados, mucho cariño, mucha atención. Todos los alados somos bienvenidos. Pero lo mejor es que el gran Rafael nos deja que viajemos acompañados de un humano amigo nuestro. Y he pensado en ti.

--- ¡¡Madre mía!! Cómo te agradezco Clavel que hayas pensado en mí. Qué alegría. Y cuándo sería el viaje.

--- Ahora mismo.

--- Pero tengo que avisar a Manoli.

--- No te preocupes, yo lo haré.

--- Y… ¿cuántos días?, ¿Qué ropa me llevo?, ¿me tengo que vacunar de algo?, ¿el pasaporte?, ¿necesito dinero?, ya sabes que ronco y necesito una habitación para mí solo.

--- No te preocupes, querido Federico, descansa, prepárate para el viaje, déjame los preparativos a mí. Lleva la atención a la respiración, a tus ventanas de la nariz, observa la entrada y salida del aire. Observa, atiende. Y deja tus preocupaciones….

Federico se ve flotando al lado de Clavel, siente como le mece el aire, huele al olor indescriptible y sanador de su amiga Ángela de la guarda. El sol, a lo lejos, se pone colorado. La brisa le habla algo que no entiende. Dulces sonidos de la brisa que se quiere comunicar. Oye su nombre. Ahora más alto: Fede, Fede cariño. Es la voz de Manoli.

Abre los ojos y ve a su mujer que le llama: “Fede, ya es tarde, te has quedado traspuesto. Sube a la cama. Venga, cariño”

Y el que se va a jubilar mira a la dulce cara de su mujer. Respira hondo. Es consciente de que ha soñado con Clavel. Nota su cuerpo tibio y relajado. Se levanta poco a poco. Rodea el cuerpo de su Loli con sus brazos, la aprieta para sí, le da un beso fuerte y le dice: “Guapa”.


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