sábado, 7 de abril de 2012

Abel


No se lo tienes que contar a nadie, Jesús, me dijo mi amiga Clavel. Yo le dije: “vale”, pero no me lo hizo prometer. Además, vosotros sois muy discretos, que yo lo sé, y tampoco vais a ir contándolo por ahí.
Aquella tarde nos acompañaba Cascabel. Paramos el paseo y nos sentamos. Clavel estaba guapísima; cuando echa para atrás el flequillo rubio gana muchísimo. Me miró con esa carita que me embelesa, y empezó a hablar despacito. Hoy ha nacido Abel, nos dijo. Hizo una pausa y nos miró a la cara a los dos: a Cascabel y a mí. Y como yo no hice ningún gesto, continuó. Abel es un Ángel. Entonces sí, ahora mi boca se empezó a abrir y algo de baba me cayó en mi camisa casi nueva. Esos ojitos preciosos y picarones de mi Clavel confirmaron que las cuatro últimas palabras pronunciadas habían causado el efecto buscado: “Abel es un Ángel”. Se rió y yo me enfurruñé con sus risitas. Claro, decidme cómo os vais a sentir si no. A tu lado un pedazo de Angelita, guapísima, oliendo a… a olor angelical, se te ríe en tus narices y tú te sientes como un imbécil, lo normal. Y me enfadé. Y se lo dije: Clavel, por favor, un poco menos de cachondeíto. Dejó de reírse pero seguía sonriendo. Qué guapa está cuando sonríe, por Dios. Si te vas a enfadar no te lo cuento. Y me miró la muy… Sí, por favor, Clavel, cuéntamelo. Por favor. Cascabel salió en mi defensa y dijo: Clavel, deja ya de bacilar al chico y cuéntaselo de una vez. Bien, vale.
Esta mañana venía de visitar a mi amigo Torel que estaba un poco resfriado. Y Torel, vive cerca de Albor. ¡¡Ah!!, perdona Jesús, tú no sabes qué es Albor. Albor es el lugar donde nacemos todos los Ángeles. Espontáneamente, cuando llega nuestra hora, nacemos allí. Es un lugar tranquilo, lleno de paz y alegría, un lugar de acogida. Vi entrar al Arcángel Gabriel y me dije: "Algo importante va a suceder". Paré de caminar, me recosté en el muro y me dispuse a escuchar.
--- Bienvenido, soy el Arcángel Gabriel. Este lugar se llama Albor. Aquí nacemos todos los Ángeles. Pero ya hace muchos años que no lo hacía ninguno y el trabajo se acumula y se necesitan Ángeles nuevos; es por eso que tu llegada es muy esperada. Tengo que contarte muchas cosas  y contestar a tus preguntas. Qué haces, no te pellizques: no estás durmiendo. Pregunta.
--- San Gabriel…
--- Aquí no me tienes que llamar San Gabriel. Solo Gabriel. Aunque tengo mayor rango que tú, somos iguales, somos Ángeles.
--- Gabriel, me acuerdo de mi vida como humano. Mi memoria me permite saber cuándo y cómo morí. Es más, ahora recuerdo otras vidas. He nacido muchas veces y otras tantas he muerto. Y siempre lo he hecho desde el útero de una madre. Aquí, en este lugar, quién es mi madre.
--- Los ángeles, Abel, para nacer no necesitamos madres. Nacemos espontáneamente cuando llega el momento. Nacemos porque sí. Y de igual manera cuando es el momento de morir, nos vamos. Sé que te estás preguntando el por qué has renacido como Ángel. Tu pasado, tus vidas como humano, tu bondad, generosidad, entrega, compasión, han sido los que te han hecho Ángel. Pero, atención, el que seas un Ángel no quiere decir que seas un Santo, que seas perfecto. No. Tienes que seguir sirviendo a los demás, tienes que seguir trabajando. ¿Estás dispuesto?.
--- Sí, estoy dispuesto. Lo que se me pida hacer, lo haré con el corazón y con mi mejor cariño.
--- Vale, Abel,  muy bien. Tendrás un monitor que te enseñará. Será duro pero te gustará, es un Ángel muy cariñoso. Se llama Cascabel.

Un momentito antes de que yo hiciera la pregunta que mis dos amigos esperaban Clavel paró de hablar. Sí, Jesús, nuestro Cascabel es el tutor de Abel. Es el primer trabajo importante que me han asignado, dijo Cascabel que hasta ese momento había estado en total silencio. A partir de ese momento, empecé a hacerle preguntas a Cascabel mientras Clavel no dejaba de sonreír. Y Cascabel nos contó.

No, Jesús, no: todavía no tiene alas. Los ángeles no nacemos con alas, nos van creciendo con la edad y con el trabajo bien hecho. Déjame continuar, por favor. Después de que Gabriel nos presentará nos quedamos solos Abel y yo. Le enseñé el sitio donde se alojaría, le presenté a sus compañeros de estudios. Le entregué sus uniformes. Le informé de los horarios, de sus responsabilidades, de sus derechos, de los nombres de sus superiores, etc. Y ya, le hice la pregunta que a todos los que nacemos Ángeles, el primer día, nos hacen.

--- Abel, qué es lo que más te ha gustado de tu última vida como humano.
--- Me da un poco de vergüenza confesarlo. Bueno, te lo diré. Verás, Cascabel, lo que más me gustaba y, por qué no decirlo, todavía me gusta es el fútbol. Soy, perdón, era hincha del mejor club de fútbol de la tierra, del más glorioso: del Atlético de Madrid.
--- Pues entonces, querido Abel, tú trabajo, teniendo en cuentas tus apetencias, será de portero.
--- ¿de portero, es qué acaso jugáis aquí también al fútbol?
--- No, Abel. Serás portero del Club Social de los Ángeles de San Rafael.

6 comentarios:

  1. :)))))))
    Pero qué bien me lo he pasado !
    Me has mantenido en vilo todo el relato y el final : E X P L O S I V O !!! El mejor puesto para uno del Atlético

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  2. Me maravillo con tu imaginación. Una y otra vez sacas me sacas una sonrisa. Eres muy artista, querido Jesús.
    Me gusta mucho seguirte. Nos falta, conocernos en persona, pero... todo se andará.

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  3. Con eso que conoces a Cascabel y Clavel te conoces todos los secretos de los Ángeles.....quien iba a pensar que nacen sin alas y el proceso de estudios que siguen para llegar a catedrarse en un perfecto Ángel......Que bueno saber que será portero de Los Ángeles de San Rafael jajajaja......Jesús, me gusta mucho más este cuento dan divertido.....muchos besos para tí y para el ángel que te acompaña.

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  4. Estupendo, Jesús, creo que vas para Ángel, te estás preparando el camino y creo que tienes méritos para ello.
    Un abrazo.
    Luis.

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  5. Lleno de imaginación.....como siempre. Genial el final.

    Un abrazo.
    Ortang50

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  6. ...esa facilidd par hilas palabras que forman una gran historia...oh!!! encantador!!!!

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