jueves, 3 de julio de 2014

Encuentro con el Satur en El Valle de los Caidos - 15-10-2013


Esta vez nos encontramos a mitad de camino. Ni para ti ni para mí: en El Escorial; mejor dicho: En el Valle de Los Caídos. En aquel Encuentro paseamos por aquel paraje, hicimos fotos, comimos en una hospedería del lugar y hablamos. Y hablamos. Y... para qué engañarnos, el que habló más fue mi amigo Satur y yo le escuché como siempre: atento a sus palabras. Satur es un científico, un poeta, un filósofo y, sobre todo, una buena persona. De ciencia, de política, de filosofía, de nuestras familias y amigos, de lo que tenemos que hacer, de lo que entonces hicimos, de todo eso reflexionó mi amigo, y de todo eso me obligó a pensar… durante no mucho tiempo porque uno no tiene el cerebro de mi Satur.

Aquel lugar es emblemático en la vida de nuestra generación y de unas cuantas más. Está allí. El Valle de Los Caídos, nos duela más o menos, es parte de nuestra historia reciente. Nos obliga a recordar para no repetir graves errores. Es como aquel servidor de Roma que montado en el mismo carro del César le recordaba que no era dios. Esta cruz grandota es consecuencia de… ¡¡ Atención !!

La primera guerra mundial hace 100 años. La segunda guerra mundial, Vietnam, Corea, Sidi Ifni, Iraq, Afganistán, El Muro de Berlín, la antigua Yugoslavia, África, otra vez África, Corea y… ahora el rearme de Japón, China, Israelíes, Iraníes… etc. Etc.

A mi amigo Satur, ayer después de comentar temas de falta de aprendizaje del ser humano, le hice una pregunta: “¿Y, ahora, nosotros (él y yo) qué tenemos que hacer?”. Su respuesta fue ésta:

“A nosotros ya solo nos queda tiempo para dar buenos consejos y ejemplo, cuidar los achaques, ayudar en lo que podamos... Y vivir en nuestro pequeño jardín.
Y contemplar y disfrutar de la naturaleza, de la vida y del arte.
Y escribir en todo caso. Para que no todo se pierda en el tiempo. Como "lagrimas en la lluvia".

Escribe, no dejes de escribir…
Aunque cuentos sean, ya que siempre cuentan y cantan algo tuyo y nuestro…

A&B”

miércoles, 2 de julio de 2014

¡¡ BANDERAS !!



Los oficiales y jefes eran las de Martini que aunque más pequeñitas eran las chapas más bonitas. El grueso del ejército lo componían las chapas de El Águila que entonces, cuando yo era pequeño, era la cerveza más bebida. Las de Mahou, las de Ryalcao, las de Trinaranjus, y las otras chapas podían ser de tanques, ingenieros, comandos...

Mi ejército dormía en un cubo de plástico. Cuando iba a la guerra, sacaba del cubo mis chapas y las ponía en orden de ataque y de defensa. Las del Águila contra las de Coca Cola, cada ejército con sus jefes, con sus intendencias. Yo sólo. Mis chapas las jugaba yo solito y podía  estar horas moviendo mis ejércitos. Nuca hubo muertes, la única víctima de mis guerras era mi Madre que soportaba con paciencia la intromisión de mis soldados en sus territorios. Muchas horas de mi infancia las pasé dirigiendo ejércitos y oliendo a chapa de botellas que me daban en los bares del barrio. 

La Primera Guerra Mundial empezó hace cien años. Más de 50 países, cada uno con su bandera, se vieron involucrados. Cada uno con su bandera cayeron cuatro imperios. Pocos días antes de aquel junio de 1914 nadie pensaba que aquella civilizada Europa entraría en una guerra tan catastrófica. Todos creyeron aprender aunque pocos años después el mundo entró en la segunda guerra mundial. Cada cual con su bandera.

¡¡ Banderas !! Cómo me hubiera gustado entonces tener trapos con palitos encabezando mis ejércitos de chapas para que todo el mundo supiera que las Águilas eran muy distintas a las Coca Colas.

viernes, 27 de junio de 2014

Viaje a Estambul - 2012-09 (24 - Palacio Topkapi) (J) 012


Ayla y Beyza son hermanas. Beyza y Ayla son aquellas dos niñas que acabamos de ver pasar junto a sus padres. Son guapas. De la mano van hablando y riendo. Llevan trenzas, y sus ojos negros y grandes todo lo ven. Son guapas y huelen a niñas limpias.

La mayor, Ayla, le cuenta a su hermana Beyza, tres años más pequeña, cómo se llaman los diferentes edificios del palacio Topkapi que estamos visitando. Yo las oigo. Ayla, le habla del pequeño lugar “donde a los niños, de pequeñitos, les cortan esa parte del pito que les sobra”. También habla de aquel otro edificio donde vivían las mujeres del Sultán. “...muchas, los sultanes tenían muchísimas mujeres”, le ha contestado Ayla a Beyza  cuando la pequeña le ha preguntado. “De todas las edades, jóvenes, viejecitas, flacas, gorditas, blancas, negritas, de ojitos rasgados…” ¿Qué…? “No, Papá dice que los sultanes eran siempre jóvenes, fuertes y grandes… Papá dice que eran unos héroes.”

miércoles, 25 de junio de 2014

¿Quéeeeeee?


Una de ellas cumple hoy años. ¿Cáncer?. Voy a mirarlo al Google, esperad....
Sí, es cáncer. Pero ahora que lo pienso, yo lo debería saber porque yo también soy del signo zodiacal del cangrejo. La otra no. La otra mujer, ni cumple años hoy ni nació en un mes de verano.

Dos amigas se sientan al frescor de la sombra de los árboles. De vez en cuando miran a ese bello edificio y a los que pasan a su alrededor. Hablan. Se cuentan sus historias. Los hombres, sus hombres, están presentes en sus hablares. Ríen. ¿Acaso se estarán riendo de mi, de mi primo, de....? Se las ve concentradas, se las ve bien, están despiertas, vivas, felices. Son mujeres, son guapas. 

¿Qué cuántos cumple?... Muchacho, eso nunca se lo preguntes a una bella mujer.

viernes, 13 de junio de 2014

El Encuentro





Creo que fue la tarde antes del encuentro. Sí, fue esa tarde porque Amalita aún no había llamado a su tía Leonor. Aquella tarde, además, me acuerdo que nos llamó Enrique: "Me acerco a veros si puedo" Seguro, fue aquella tarde cuando después de llamarnos Enrique,  y sin que todavía llamara Amalita a su tía Leonor, me llamó Leandro. Me llamó, después de veintisiete años, mi Leandro. Aquel joven, guapo, elegante y tímido muchacho, que se fue a Venezuela a hacer sus Américas.

Yo, hace veintisiete años, cuando Leandro se marchó, todavía estaba de muy buen ver. Los compañeros del banco me gastaban bromas. Paco, el jefe de negociado, se atrevió un día a tocarme el culo y de aquel día todavía se acuerda echándose mano a la mejilla izquierda donde recibió mi bofetón. Y que narices, yo era un bomboncito y el gilipuertas del Leandro... Eso, un gilipuertas que me dejó para irse a Venezuela. Eso que se perdió. Y que sepa que yo todavía no me he casado porque no me ha dado la gana, que he tenido cientos de pretendientes...

--- Manolita, ¿¿¿qué encuentro fue el del día siguiente???
--- ¿Cómo?
--- Has empezado diciendo que la tarde que te llamó Leandro fue la anterior al encuentro...
--- Ahhhhh, nada, que me encontré un billete de cinco euros.


jueves, 6 de febrero de 2014

Santa Águeda


Santa Águeda, originalmente cargada por Jesús Figueroa Salán.

Otro año más las mujeres de mi pueblo han salido con la Santa en procesión. Las representa. La quieren. La bailan y la homenajean.

Ya sabeis por otros años que os he contado, que Águeda, Santa Águeda, era una joven guapa, muy guapa, que vivía en la Italia de los últimos emperadores. La torturaron con el peor de los tormentos. En su mano derecha lleva la marca. No quiso dejar de querer a su amado: Jesús de Nazaret.

Y qué quereis, a mi la imagen de Águeda de mi pueblo me gusta, me da ternura, la veo como símbolo de las mujeres. Valientes, dignas, fuertes.... Mujeres.