lunes, 20 de junio de 2011

Angelito.



 
Todavía tenía el sabor del bacalao en mi boca. ¡Que rico! Que bien habíamos comido. Al salir del restaurante nos esperaban dos encantadoras mirandesas que nos enseñaron el pueblo, su catedral, su obispo indigno y su museo etnográfico.... Simpáticas, orgullosas de representar a Miranda do Douro y de poseer su propio idioma, el mirandés, muy cercano al portugués y con "cositas" del castellano.

Los “jubiletas” de mi pueblo, muy tempranito, nos montamos en el autocar con los asientos sorteados ¡por supuesto!, y hacia los Arribes del Duero cantando las canciones de los años... (Las chicas de oro las sabían todas) marchamos. Allí, embarcamos, nos pasearon por el río Duero, nos mostraron a la izquierda los temas portugueses y los españoles a la derecha. A la vuelta la derecha se convirtió en izquierda, claro... Y luego a comer... bacalao. Ayyy.

Pues bien, en la Catedral de Miranda nos encontramos con mi Angelito, el que os muestro. Dicen los mirandeses que les salvó de un ataque castellano. Bueno, bueno... Le honran, le muestran gratitud, le visten, y cómo le visten... Claro. Los angelitos siempre son elegante: todos... Ellos, los mirandeses, dicen que es el niño Jesús.... Yo creo que es un angelito que está emparentado con mi angelita de la guarda... Se parecen tanto.

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