jueves, 18 de agosto de 2011

Margaritas llamadas inocencias.


Hace ya mucho tiempo (unos dos meses) un señor mayor (aunque tenía pelo y menos barriga que yo) me contó que en su pueblo a las margaritas las llaman inocencias. Claro, ante este comentario, como habréis podido imaginar, yo que soy muy inquieto intelectualmente, con mi sonrisa más... digamos que intelectual, le pregunté: “¿Por qué?”

El señor mayor me miró, se sonrió con esa sonrisa que tienen los señores mayores pero poco barrigudos y con pelo. Se rascó la nariz. Y aunque no quiero ser asquerosito, me pareció que, después, disparó con sus dedos, tal como hacen los chavales con las canicas, un pedacito de masa verde-verde. Ya aliviado, el señor mayor me volvió a mirar, se sonrió, y.... ¿que creéis que hizo el tío gorrino? Y no le llamo gorrino por lo del moco: no. Es que, volviéndome a mirar y cachondeándose de mí (porque lo de la sonrisita esa era de pitorreo), se dio media vuelta y se marchó. El tío gorrino. Y como le decía mi tía Concha a su amiga Amparito, susurrando de mi tío Amalio: “… Me dejó con la miel en los labios”

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