lunes, 22 de abril de 2013

Me llamo Federico ¿qué pasa?


Es qué uno no se puede llamar como aquel poeta granadino. ¿Por qué?

Se me desprecia porque no se explicar con detalle las leyes de aquel gran científico llamado don Alberto Einstein. Por qué los humanos son tan malvados. ¿Por qué?

Es qué acaso el querer ser independiente, libre, sin amo, es algo malo. Si los grandes filósofos han buscado la libertad, por qué yo no puede ser tozudo. ¿Por qué?

Y ¿por qué, aquel abuelito no fue capaz de enfrentarse a la pregunta de aquella niña, cuando me observó, hace unos años en el campo? ¿Por qué?

Interrumpo el soliloquio de mi amigo Federico para poneos en antecedentes. La niña le preguntó inocentemente al abuelito, viendo a nuestro Federico con todo su potencial sexual exuberante y asquerosamente poderoso:

--- Abuelito, a Federico se le ha salido una tripita. ¿Está muy enfermo?

A lo que mi suegro, no tuvo más remedio que contestar lo que la mayoría de los humanos (varones y con una edad) hubiéramos respondido. Lógico y natural.

--- hija, ya quisiera estar yo la mitad de sano que Federico.

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