lunes, 24 de enero de 2011

Marilín.


Marilín., originalmente cargada por Jesús Figueroa Salán.

Nerviosa como todas las "Marilines", nerviosa. Preciosa como todas las que dicen llamarse Marilín. Rubia y quizás por eso se llame con el nombre de aquella artistaza de cine, mito erótico de toda una generación, menos de uno. Sí, yo, qué pasa. ¿Que si no me gustaba la Marilín? Sí que me gusta pero, desde pequeño, me ha parecido culona y cegata. Siempre ha sido demasiado barco para un grumete como el que les escribe, servidor de ustedes.

Pero mi Marilín es otra cosa, rubia sí, nerviosa también, gata por supuesto; pero no es culona y ve de maravilla. Mi gata Marilín, y digo mi gata impropiamente, porque ella es muy de la calle y de la vida y no pertenece a nadie. Digo que mi Marilín, quizás, es la gatita que rompe más corazones gatunos de mi pueblo. Cómo la miran, cómo la huelen las partes traseras, cómo intentan pero... “nanai”, porque mi Marilín con un aire de algo de superioridad y mucho de hembra, ladea la carita, les mira de reojo, sube la cabecita y dice "Miauuuuu" muy despacito pero poniéndose en su sitio: en el cenit del hembrío felino de mi pueblo.

¡¡Menuda es mi Marilín!!

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