martes, 26 de octubre de 2010

Jagesh




   
Jagesh es un muchacho indio de quince años. Hace algunos ya que dejó la escuela para ayudar a su familia trabajando en lo que sea. Es fuerte. Moreno, muy moreno. No muy alto pero nunca nadie se ha aprovechado de él. Es noble. Y si le dejas hablar te vende el Taj Mahal. Por las noches, después de salir de la tienda de alhajas, donde trae té a los turistas que van a comprar, está aprendiendo a conducir un rickshaw (taxis de tres ruedas) con un amigo de su padre que conduce uno para el señor Jaled, dueño de siete de estos cochecitos.

Su padre enfermo; su madre que está envejeciendo; su hermana que desgraciadamente no se ha casado porque la familia no tiene el dinero suficiente para la dote de una mujer fea y coja; su hermano mayor con su esposa y su pequeñín de un añito; él mismo y dos hermanos más pequeños, uno niño y otra niña; viven en aquella casa de menos de 40 metros cuadrados, en los suburbios de Agra, muy cerca del Taj Mahal.

Su familia es hinduista, seguidores de Shiva. Solo hace tres generaciones que viven en Agra. Casi todos sus vecinos son musulmanes, por lo que ha tenido pocos amigos de infancia. Jagesh siempre ha sabido hacerse respetar y tiene la seguridad de que él va a ser un hombre importante, que tendrá una flotilla de taxis y que su familia poseerá los bienes necesarios para pagar la dote para que Kamira, su hermanita pequeña, se case.   

3 comentarios:

  1. Espero que este buen muchacho, cuando sea mayor vea cumplido su sueño y gane mucho dinero, tanto como para poder llevarse a Salma a un lugar donde las religiones no les impidan estar juntos.

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  2. En tres párrafos... una maravilla !

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  3. No hay estatus para los sueños.
    Que sepas que se te lee muy bien aquí y se te ve también muy bien; tanto, que cuesta salir.
    Un abrazo.

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